Buenos días amantes de la naturaleza!
Comienza el otoño, época perfecta para salir a cazar imágenes o simplemente a descubrir nuestro mundo. Naturaleza a flor de piel. Árboles que comienzan a despertar y especies que empiezan a moverse, salir, dejarse ver...época perfecta.
Todos, o por lo menos yo, cuando fotografío algún insecto, especie, me gusta saber de qué se trata, bien buscando en libros, investigando, etc. Es para mí una manera de acercarme un poquito más y conocer este medio natural que nos rodea. Y bueno, cada vez estoy más convencida de que no hace falta irse demasiado lejos para fotografiar una especie distinta de la que ya ha cazado tu objetivo. A veces basta con tener suerte, andar un poco, fijarse, esperar. Y aparece.
Hoy os enseño la sesión de fotos que hice a un gorgojo. En concreto pertenece a la familia Curculionidae, coleópteros polífagos. La compleja filogenia de los curculiónidos, con más de 40.000 especies, hace muy complicada la identificación de este individuo, por lo que no conozco de qué especie se trata.
Como podéis ver se caracteriza por tener su aparato bucal masticador en el extremo de una probóscide o rostro que, en función de la especie, puede variar en tamaño y dimensiones.
Su caparazón duro cubriendo el abdomen y las antenas, de extremo mazudo, resguardadas en unos surcos a lo largo de la probóscide, también son característicos.
Tanta belleza en tan pequeño individuo me dibujó una enorme sonrisa cuando pasé las fotos a mi ordenador, y es que, la naturaleza una vez más, me dejó con la boca abierta.
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